Lejos quedan las primeras ollas exprés con la válvula dando vueltas, que, aunque se siguen comercializando, se han visto superadas por las ollas rápidas o súper rápidas. Esta denominación se obtiene dependiendo de la presión máxima que pueden soportar, cuanto mayor, más rápido cocinan. Ver las ventajas de este tipo de ollas de la mano del portal especializado CocinaPro.
Ahorran tiempo
El tiempo de cocinado se reduce hasta un 70% cuando utilizas una olla a presión. Como se verá a continuación, esto no solo sirve para poner los platos encima de la mesa más rápido, sino que acarrea otros beneficios.
La razón por la que este tipo de ollas logran esto frente a una tradicional es puramente física. Cuando se aumenta la presión, la temperatura de ebullición del agua aumenta superando los 100 °C a los que hierve a presión atmosférica.
Por hacerse a la idea gráficamente, se podría decir que las moléculas están "presionadas" y les cuesta más separarse produciendo esa agitación que se traduce en temperatura. Con esto se retrasa el punto de ebullición logrando mayor temperatura (alrededor de 130 °C según la olla) y cocinando con ello más rápido.
Necesitan menos agua
Una olla a presión es un sistema cerrado que no intercambia materia con el exterior a no ser que alguna válvula se active y libere algo de vapor por ahí. Esto implica que, a lo largo de la cocción, la cantidad de líquido es prácticamente invariante por lo que la comida no se quedará seca.
Lo de utilizar menos agua también es por un tema de seguridad, para mantener la presión dentro de los límites soportables por la olla al calentarla. En las instrucciones, el fabricante suele indicar una cantidad límite de agua menor de la que realmente soporta para tener cierto margen ante un mal uso. Asegurarse de leer esas indicaciones para cocinar con seguridad.
Conservan más nutrientes
Cuanto más tiempo pasan los alimentos sometidos a altas temperaturas, más nutrientes como las vitaminas liposolubles se destruyen. En una olla a presión, se cocina más rápido como se acaba de ver, por lo que es menos tiempo de degradación que en una convencional.
En esto también influye el hecho de que se cocine con mucha menos agua puesto que al cocinar en una olla normal, esta se evapora en gran medida. Es un problema porque lo hace tras haber disuelto nutrientes como las vitaminas hidrosolubles (la vitamina C por ejemplo), que se van junto con ese vapor.
Platos con más sabor y jugosos
Evitando la ebullición durante horas como en las ollas convencionales, se logra una mayor concentración que hace que los sabores se intensifiquen. Una olla a presión forma un entorno aislado, por lo que los alimentos no se deshidratan y resultan mucho más jugosos.
Las salsas y especias forman un ciclo por el que recirculan constantemente a través de los alimentos. Además, recordar que, al cocinar con menos agua, el sabor se diluye en un menor volumen.
Ahorran gas o electricidad
Está claro que una reducción del tiempo de cocción dará como resultado su consiguiente ahorro energético. Ya se utilice una cocina de gas o eléctrica, se ahorrará en la factura. Sobre todo, teniendo en cuenta que, en el caso de la luz, aun teniendo una tarifa discriminada, la hora de la comida no se puede posponer.
Además, coincide con un momento pico en el precio de la luz del día debido a la alta demanda que se da a esas horas y que no es algo que se deje para la noche como poner un lavavajillas.
Como se ha podido ver, las ollas a presión son una maravilla en todos los aspectos. Hace años eran un producto casi de lujo, pero ahora hay excelentes modelos con buena relación calidad/precio.
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Fuente original: Comunicae.es.